Y al final, la cera sobre el asfalto, las sillas plegadas en la acera, la tribuna sola, la calle despejada y una melancolía de ida y vuelta que, como un cante hondo y amargo, horada el alma. Entró el Resucitado y con el último nazareno se fue la Semana Santa.
Pedro. F. Merino (Málaga, una Semana Santa - La otra mirada).
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